Psicología infantojuvenil: Los trastornos disruptivos del control de impulsos

PorMiguel Ángel del Pino

Psicología infantojuvenil: Los trastornos disruptivos del control de impulsos

 

Los trastornos disruptivos del control de impulsos, son trastornos de gran complejidad y heterogeneidad, en el que los niños y adolescentes muestran conductas destructivas, negativas y antisociales que suelen causar problemas en su entorno (padres, hermanos, profesores, adultos e iguales). Conductas problemáticas como peleas, mentiras, destrucción de propiedades o no cumplimiento de normas son habituales en el día a día de estos niños y adolescentes que son llevadas al extremo.

 

Dentro de la categoría de trastornos disruptivos, del control de impulsos y de la conducta, el DSM-V incluye las categorías diagnósticas de:

 

– Trastorno negativista desafiante. Este trastorno es un patrón de enfado/irritabilidad, discusiones/actitud desafiante o vengativa por parte del niño o adolescente. Al menos cuatro de los siguientes comportamientos están presentes en el sujeto: se encoleriza e incurre en pataletas, discute con adultos, desafía activamente a los adultos o rehúsa cumplir sus demandas o normas, molesta deliberadamente a otras personas, acusa a otros de sus errores o mal comportamiento, es susceptible o fácilmente molestado por otros, actúa de forma colérica o resentida y es rencoroso o vengativo.

 

– Trastorno explosivo intermitente. En este tipo de trastorno, el niño o adolescente tiene arrebatos recurrentes en el comportamiento que reflejan una falta de control de los impulsos de agresividad, manifestada por un mínimo o de agresión verbal o comportamientos que provoquen daños o destrucción de la propiedad o agresión física. Esta manifestación tiene que ser bastante desproporcionada con respecto a la provocación o cualquier factor estresante que el paciente haya tenido.

 

– Trastorno de conducta o disocial. En este tipo de trastorno el niño o adolescente (menor de 18 años), tiene conductas de agresión a personas y animales (inicia peleas, crueldad física contra animales, etc.), conductas de destrucción de la propiedad (prende fuego intencionadamente, destruye deliberadamente la propiedad de alguien, etc.), engaña o roba e incumple gravemente las normas (falta a la escuela, sale por la noche sin consentimiento de los padres antes de los 13 años, etc.).

 

– Trastorno de personalidad antisocial. Es un patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás, que se produce desde los 15 años de edad y que se manifiesta por incumplimiento de las normas sociales respecto a los comportamientos legales, engaño a los demás, impulsividad o fracaso para planear con antelación, peleas, agresiones físicas repetidas, desatención imprudente de la seguridad propia o de los demás. Tienen ausencia de remordimientos.

 

– Piromanía. Es una tendencia patológica a provocar incendios (principal sintomatología). Tienen un gran interés por el fuego, cómo producirlo y observarlo.

 

– Cleptomanía. El sujeto que padece cleptomanía no puede evitar el impulso de robar u obtener objetos, independientemente del valor económico de lo que roba. La conducta es precedida por una ansiedad creciente que se alivia inmediatamente después de poseer el objeto deseado, reforzando así la conducta de robar. Dicho refuerzo es una de las causas por las cuales se mantiene la conducta problema. El cleptómano, a diferencia del ladrón, roba por necesidad de satisfacer un impulso.

 

– Otro trastornos disruptivos del control de impulsos y trastorno disruptivo del control de impulsos y de la conducta no especificado.

 

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